Las cosas dichas a tiempo evitan resquebrajar lazos afectivos con amigos, familias, parejas, compañeros de trabajo.
Seguramente, en las relaciones, aparecen pequeños detalles en lo
cotidiano que no se mencionan por ser pequeños. Se piensa que se puede lidiar con ellos. Algunas veces no son tan insignificantes e igualmente se elige la vía del silencio.
cotidiano que no se mencionan por ser pequeños. Se piensa que se puede lidiar con ellos. Algunas veces no son tan insignificantes e igualmente se elige la vía del silencio.
Poco a poco, se van acumulando, transformándose en una bola de nieve difícil de detener y esos detalles, apenas molestos, ya se han convertido, en la acumulación, en una gran grieta donde el entendimiento se ve entorpecido por las circunstancias.
Es mejor decir la cosas en su momento, cuando suceden, no acumular esas molestias que luego traerán una posible ruptura o un cambio en la relación, tornándose casi superficial por la falta de confianza.
El comunicar al otro lo que esta sucediendo, contarle que actitud causa malestar, le da la posibilidad para que la otra persona se entere y pueda modificar su conducta, e incluso podrá agradecerte la sinceridad y la oportunidad de un entendimiento, fruto del afecto que se dispensan ambas personas.
Ahora bien, si se desoye el planteo y la conducta molesta continua, lo mejor es comenzar a desviar el trato hacia cuestiones más livianas, evitar tocar temas espinosos, poniendo distancia prudencial, de modo que se evite pasar por malos ratos de disgustos o enojos.
Comenzar a diferenciar y elegir las personas con quien relacionarse bien vale, para ganar en calidad de vida, al no ser alcanzado por la contaminación de situaciones desgastante como lo es el enojo.
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