Vivimos y estamos en condiciones de generar sucesos y que ocurran hechos, algunos agradables otros menos simpáticos.
Cuando los menos simpáticos se presentan y pasan a afectar el vivir diario, por injustos, inexplicables o como se los llame, y mantiene una sensación de pesar en el ánimo, es bueno el preguntarse ¿porqué sucedió eso? No echarse culpas ni buscar culpables afuera, menos juzgarse. Lo mejor es evitar ser el propio juez con
uno mismo, pues es el más duro de todos los jueces.
uno mismo, pues es el más duro de todos los jueces.
Simplemente tratar de calmarse, respirar profundamente. La vida nos pone ante situaciones para aprender a buscar las respuestas. Nada es casualidad. Aunque en el primer momento, y también en el segundo pareciera injusto, tu sabrás encontrar la respuesta. Reitero, nada es casualidad, los hechos no suceden aislados, sino en relación con todos los ámbitos de la propia vida. Poco útil es tratar de analizar un sólo hecho, si no se ve cómo los demás hechos de los ámbitos de nuestra vida se relacionan con este, al cual se le esta tratando de encontrar una explicación. El poder observar en conjunto sirve para comprender la realidad y actuar sobre ella.
Un método para tener en cuenta es en una primera etapa estudiar toda la situación que preocupa. Luego estudiar las relaciones inmediatas que esta situación tiene con otras de la propia vida. Por último se pone a la situación en proceso, comprendiendo
de dónde procede y hacia dónde va.
Por lo tanto echar culpas a diestra y siniestra no resuelve nada. Sí el preguntarse ¿qué estoy haciendo? ¿qué estoy diciendo para que esto suceda? (primera etapa). Observar lo que se tiene grabado en la memoria que opera en forma permanente, sin que nos demos cuenta de ello, ver cómo nos hablamos, qué nos decimos, cuáles son nuestros pensamientos, (segunda etapa). Lo que tenemos dentro se manifiesta afuera, poder llegar a ese lugar de la memoria, relacionarlo con tu vida actual, es abrir paso a las respuestas que buscas, (tercera etapa). Verás que no es cuestión del mundo externo sino del propio mundo interno de cada uno, y de cómo lo fue formando, con las cosas que te han dicho, que te han sucedido, que te han enseñado, y que con todo eso se ha actuado, como piloto automático.
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