A veces, las personas se enojan con nosotros porque no hacemos lo que creen deberíamos hacer según su particular criterio.
Pensamos, sentimos, reímos. Nos movemos en el mundo a nuestro modo, al modo de cada uno, expresando lo mejor de nuestro interior y aunque de afuera se vea muy lindo o no, quieren cambiarnos para nuestro bien.
En realidad, nuestro llamado "bien", es aceptarnos como somos. Claro, habrá quizá altibajos o formas que podríamos modificar en en pos de una mejor relación con nosotros y con el medio que nos rodea, pero modificarnos en nuestra esencia, en lo profundo, en ese lugar donde vive lo sagrado de uno a pedido de ojos externos, eso no, pues cualquier intento por lograr cambiar nuestra esencia sería un acto fallido.
No toda la construcción deberá ser demolida, pues sí los cimientos son sólidos unos retoques bastarán para el cambio, repito, el cambio que nace desde nuestra necesidad profunda de hacerlo, con una clara dirección, de no ser así, pronto caería en feroz estruendo, acompañado por el sabor a la traición hacia nosotros mismos.
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