El vivir juntos, el proyectar de a dos, el decidir formar una pareja responde a muchos criterios.
Hay quienes no desean estar solos, otros no saben como vivir solos y una serie de combinaciones que apuntaría a que si se esta en pareja, es para que alguien te haga sentir acompañada y feliz.
Y allí, va toda la carga de responsabilidad que se le pone al otro, la tremenda urgencia de hacer feliz a alguien.
Una pareja es compartir la vida, gozarla, experimentarla. Es potenciar las mejores cualidades. En una relación de pareja debes ser quien eres, sumando y complementando cada día, no es para que te haga sentir feliz, eso depende de cada uno, del sentirse en plenitud con uno mismo. Si no esta dentro, no lo busques fuera. Nadie más que tu para hacerte feliz.
Vibrar en esa sintonía atraerá hacia ti una pareja que este en tu mismas condiciones de plenitud. Lo semejante atrae a lo semejante. En las relaciones, el otro es un espejo de ti mismo. Nadie se presenta porque si, la vida te pone delante justo aquello que necesitas para tu crecimiento, para que aprendas. Según tu mundo interno atraerás eso mismo reflejado en pantalla, para que lo veas y evoluciones. Si eres una persona que te maltratas, la vida te pondrá fuera a un maltratador/a, si eres una persona que te quieres, atraerás a alguien que te quiera.
Estarán juntos para compartir un proyecto, sobre todo de crecimiento, pensando en un nuevo estilo de vida, en lo posible duradero, desde un sentimiento profundo.
Con el deseo de recibir del otro lo mejor y dar al otro lo mejor.
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